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viernes , marzo 29 2024
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BALANCE Y PROYECCIÓN / Una gran responsabilidad

Por PABLO CARRO *

 

Según la mirada de buena parte de la militancia el año que cerramos fue malo para el campo nacional y popular. Macri ganó las elecciones de medio término, creció el endeudamiento externo, se profundizaron las recetas del FMI, cayeron el salario y las jubilaciones, siguieron los tarifazos, nos llenaron de productos importados que destruyen mano de obra argentina, pasaron las reformas previsional e impositiva (más impuestos para los pobres y la clase media y menos impuestos para los más ricos), aumentó la violencia estatal y la represión de las fuerzas de seguridad (criminalizando la protesta social y la oposición política), nos quitaron el fútbol, aumentó la pobreza, nos dieron Navidad con presos políticos. Perdimos derechos por casi todos lados. Claramente, el balance es negativo. Sobre todo si lo que se hace es contabilizar los “logros” del gobierno en el reordenamiento global de un país para pocos, ricos y famosos. Y hay datos objetivos que apuntalan ese balance. Hace apenas dos meses te lo firmaban muchos dirigentes y militantes.

 

Pero también es un balance apresurado, incompleto, funcional al gobierno de Macri. Un balance que haciendo eje en la derrota electoral de octubre proyecta un escenario político de derrota general. Con un análisis que acentúa la entrega de la dirigencia sindical, la ausencia de relevos, la falta de ingenio para unir a la oposición política contra el ajuste y el desacople entre la voluntad política expresada electoralmente y la incapacidad de la dirigencia política para producir una alternativa popular y ciudadana que la represente. Un balance resignado, hecho sin confianza en la capacidad de nuestro pueblo para resolver el acertijo político que enfrentamos.

 

Sobre ese análisis muchas y muchos pensaron que las reformas laboral y previsional tendrían un tratamiento express por senadores y diputados y que pasarían sin más trámite a espaldas de nuestro pueblo que lo vería por TV, aturdido de tanta corrupción K.

 

Sin embargo, una parte importante del movimiento sindical (CTAs, CGTs regionales, Corriente Federal de Trabajadores, otros sectores de CGT), junto a los movimientos sociales (CTEP, Barrios de Pie, CCC y otros), y demás sectores del movimiento estudiantil y de la pequeña y mediana empresa, no se comió el balance resignado y se movilizó masivamente y resistió democráticamente las reformas en las calles. Y pese al brutal despliegue de las fuerzas de seguridad durante el día, entrada la noche los sectores medios, ciudadanos autoconvocados, salieron a la calle con sus cacerolas. Y también lo hicieron masivamente, a pesar del ocultamiento mediático.

 

Hubo organización y hubo espontaneidad, como siempre pasa con nuestro pueblo. Algo pasó que desbordó el marco mediático y la capacidad de la propaganda macrista de ceñir una realidad política resistente. Perdimos la votación en el congreso pero ganamos las calles. La semana del 14 al 20 de diciembre muy probablemente quedará en la memoria como una gesta popular y democrática y marcará un antes y un después en la pelea política actual contra el ajuste neoliberal.

 

Fue sorpresivo para muchos pero no salió de un repollo.

 

Fueron dos años de resistencia sindical, social, estudiantil, cultural, política. Dos años de acumulación y organización popular y sindical. Con dirigentes que no se entregaron y cumplieron. Con una militancia que se rehace, multiplica y despliega en el territorio. Dos años de unidad de acción en la calle. Dos años de debate y construcción colectiva por abajo de un proyecto alternativo al ajuste. Dos años de resistencia popular democrática que rinden sus frutos. Arduo trabajo de muchas y muchos, compañeras y compañeros comprometidos con su gente y su pueblo. De a poco, a veces sin darnos cuenta, fuimos construyendo una inteligencia compartida entre la dirigencia y la militancia para expresar las demandas populares, para organizarlas, para darle cabida a la creativdad social.

 

Sin dudas, habrá que afinar y completar este balance y, tal como hace el gobierno, “recalibrar” nuestras metas para el 2018. Para ello, hay que poner el acento en el protagonismo popular, en las luchas ciudadanas y en la labor cotidiana de nuestras organizaciones sindicales, sociales, culturales y políticas. Son muchos los dirigentes sindicales que piensan que “con el neoliberalismo no se negocia, se confronta”. La pelea sigue abierta y la resistencia crece. Ir a fondo con este balance nos permitirá definir las tareas que se abrirán a partir del año entrante. Los dirigentes tenemos una gran responsabilidad. Toda la militancia la tiene.

Habrá que insistir con la movilización social y la resistencia democrática en las calles. Habrá que esforzarse en la construcción de una oposición firme en el Congreso, a favor de los trabajadores y el pueblo. Habrá que seguir discutiendo. Pero por abajo crece el reclamo de unidad contra el ajuste. Y crece también el descontento social aunque todavía no encuentre su correlato político electoral. También hay que ir en esa dirección. Hay que aportar a la construcción del un frente, lo más amplio posible, contra este modelo de ajuste. Y habrá que hacerlo con propios y ajenos.

 

Dos tareas claves. Resistencia democrática al ajuste en las calles. Construcción de una alternativa política nacional, popular y democrática. Hay mucho para discutir y hacer. Hay que corregir y hay que inventar y nuestro pueblo es experto en la materia.

 

Hay esperanzas.

 

Brindo por eso.

 

* Diputado Nacional por Córdoba / Frente Córdoba Ciudadna / CTA  / La Señal Medios.

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